inducción EPIST.
(del latín inductio, acción de conducir, introducir, que traduce el griego ¦B"(T(², epagogé, derivado de epagein, conducir, llevar) En un sentido general, ya desde la antigüedad clásica, encierra la idea de dirigirse uno mismo o dirigir a los otros hacia un concepto general o hacia una verdad universal, a partir de casos menos generales o universales. En la práctica supone creer que del conocimiento de los hechos, directamente conocidos, podemos pasar al conocimiento de hipótesis, leyes o teorías. En un sentido estricto, tal como la define la lógica, es una forma no deductiva de razonar o inferir, empleada en la ciencia y en la misma vida cotidiana, que se caracteriza porque la conclusión contiene más información que la que contienen las premisas, por lo que, aun siendo verdaderas sus premisas, la conclusión puede ser falsa. Se caracteriza, por tanto, como:
1) un razonamiento en el que las premisas no transmiten su verdad a la conclusión: no preserva la verdad de las premisas (por consiguiente es un razonamiento inválido);
2) un razonamiento, cuya conclusión contiene más información que las premisas (amplía el conocimiento).
La color="black">La primera característica pone en evidencia la debilidad de la manera inductiva de argumentar: utilizamos en realidad razonamientos en los que no nos parece contradictorio admitir la verdad de las premisas, pero no la de la conclusión. La segunda característica pone de manifiesto el interés que ofrece este tipo de argumentación en la ciencia y en la vida práctica: a diferencia del razonamiento deductivo (deducción), aumenta el conocimiento. Los razonamientos inductivos, pese a ser inválidos, desde la perspectiva de la lógica deductiva, no carecen de interés e importancia, porque de alguna manera son característicos de la ciencia empírica